"Luego algunas escapadas juveniles y nocturnas por la ciudad, buscando algo que no sabía lo que era y que por ello mismo nunca encontró y que despertaron en él cierto gusto por la soledad, la indagación y el sueño."
Silvio en el Rosedal - Julio Ramón Ribeyro
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Como un meteorito de alguna dimensión intangible de mi memoria, quizás por el frío; por el olor de la calle, la humedad de la noche o el ulular de las sirenas; por los signos incomprensibles, bandoleros, las manchas y los apellidos promisorios de las paredes descascaradas de mi itinerario habitual; por la súbita evocación de las manidas prosas que revolotean en mi mente; recuerdo ahora esas salidas desesperadas de mi casa, dejando atrás el tormento y la incomprensión como el "serial killer" que deja a sus espaldas dantescas y luminosas explosiones, esas huidas por los sórdidos suburbios, con abrigo y bufanda sobre el corazón delator, lágrimas en los ojos, llaves y pocas monedas en los bolsillos, tristeza profunda en el pecho, armónica y algunos libros en la mochila, esas salidas sin fin preciso, concebidas como cualquier irresponsable, pero responsablemente elaboradas con el "heroico fin" de un adolescente escéptico y pesimista: darse a escuchar, a entender, protestar contra la familia, el sistema, levantar la mano y decir "yo también siento, no soy ajeno a tus disputas".
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